Acaso como una cruel ironía del destino, la frase que gastó tanto hasta hacerla propia, termine por ser la que más odie. En el dedo meñique de la mano izquierda de Julio Humberto Grondona, presidente de
Cuestionado desde distintos ámbitos, sin éxitos deportivos a la vista, con una Selección que suma disgustos al reciente mando de Alfio Basile, con clubes pobres que reclaman tímidamente un mejor reparto del dinero, el continuo problema de la violencia en los estadios y un gobierno nacional que envía mensajes de incomodidad respecto de su liderazgo, el casi indiscutido dueño de la pelota a lo largo de poco menos de tres décadas se sienta sobre su todavía enorme porción de poder y se dispone a resistir uno a uno los embates.
El inmortal
Cierto es que el hombre al que
Más de cien allanamientos en la sede central de
Arribado al cargo durante la sangrienta dictadura militar, apenas recobrada la democracia se preveía su salida. Rápidamente encontró su lugar y hasta pasó sin sobresaltos una solicitud de intervención de los legisladores peronistas Miguel Unamuno y Héctor Maya. Éxitos deportivos mediante, tampoco lo tumbó la denuncia del diputado justicialista por la provincia de Chubut, Mario Das Neves, por presunta administración fraudulenta y evasión impositiva. El juez de la causa fue destituido y con eso la investigación no avanzó.
Mucho después, el periodista inglés David Yallop, en su libro How they stole the game (Cómo nos robaron el juego), aseguró que diversos dirigentes de Asia y África recibieron dinero para votar al suizo Joseph Blatter como presidentede
Paso a paso
Frente a semejante rival, el gobierno argentino parece haber optado por una táctica de desgaste a largo plazo, descartando el choque frontal y directo. Mientras alimenta las figuras de Raúl Gámez -vicepresidente de Vélez Sarsfield- y Carlos Heller -ex vice de Boca Juniors-, teje acuerdos con los titulares de varios clubes -José María Aguilar, de River, Álvaro Balestrini, hermano del presidente de
Recientemente, un nuevo brote de violencia en los estadios los puso en veredas opuestas. El Ministro del Interior, Aníbal Fernández, hizo declaraciones públicas a favor de castigar con severas quitas de puntos a los equipos cuyos hinchas generen desmanes, mientras que el Tribunal de Disciplina sancionó tibiamente a las instituciones.
El poder político le reclama un mayor compromiso a la dirigencia en un ítem que muestra a todos sus números en la columna del debe con más de 200 muertos en episodios violentos en estadios argentinos –más de la mitad durante la gestión grondonista y once desde mayo de 2003, cuando asumió el gobierno nacional de Néstor Carlos Kirchner- y la friolera de 120 partidos suspendidos entre 2000 y la mitad de 2006.
En diversos despachos ministeriales comenzó a circular un borrador que incluye dieciocho puntos en los que el Poder Ejecutivo iría introduciendo cambios hasta acotar su autoridad a tal punto de imponer un candidato que lo reemplace en octubre de 2007. Algunos de ellos son: modificación en los estatutos para impedir la reelección indefinida, democratización del Comité Ejecutivo y cambio total de los integrantes del Tribunal de Disciplina constituyendo uno nuevo mediante concurso abierto.
Más cuestionamientos
Sin embargo, no sólo el oficialismo plantea sus disidencias. Pablo Failde, legislador del partido Acción para una República de Iguales (ARI), expresó que “Grondona es parte del problema de la violencia, no de las soluciones”, y agregó que “es poco creíble que una institución que no elige democráticamente a sus autoridades y mantiene en forma vitalicia por 30 años a un mismo presidente pueda dar sugerencias de cómo solucionar esto”.
La estocada final de Failde fue profunda. “Entre algunos dirigentes del fútbol argentino hay una especie de mecanismo de impunidad donde nadie puede ser tocado. En la medida en que no se eche por tierra esa pared con distintas medidas, tengo mis serias dudas que podamos avanzar. En algún momento se tiene que romper la cadena de complicidades y cuestiones turbias”.
A los 75 años, quien comenzara siendo un humilde ferretero en Sarandí, al sur del Gran Buenos Aires, divide sus horas en el edificio de la calle Viamonte, donde todos se dirigen a él anteponiendo invariablemente un formal “señor presidente” y la apacibilidad del campo que posee en Loma Verde, provincia de Buenos Aires. Sus íntimos confiesan en secreto que la idea de delegar el mando ya le ronda en la cabeza, pero que aún no identifica quién puede ser el agraciado. Duda sobre quien se cierne como el natural, a la sazón, Julio Ricardo, su hijo y presidente de Arsenal Fútbol Club.
No obstante, acaba de suscribir un contrato por 18 millones de dólares para que
El propio seleccionador, Alfio Basile, con las derrotas frente a Brasil y España a cuestas y un compromiso más por cumplir antes de fin de año, abogó por “nuevas condiciones” para el 2007. Tal vez sea la primera piedra de discordia en la segunda vuelta del “Coco”. No sería extraño que él también haya cambiado sus modos y copie a quienes lo siguieron tras el fallido de 1994. En hilera, Daniel Passarella, Marcelo Bielsa y José Pekerman dejaron sus sitios vacantes con molestias evidentes y don Julio se enteró de sus adioses por televisión.
Por el momento, Julio Humberto Grondona lanza sus respuestas en reportajes breves. Golpea y sale de escena. Va respondiendo en momentos y lugares que escoge a placer. También firmó una extensa carta de 2.979 palabras en la web oficial del organismo y en la que abundan las apelaciones voluntaristas y huelgan los datos. Y lustra su anillo, seguramente, convencido de que volverá a mostrarse del lado de los vencedores jurando que siempre “todo pasa”. El tiempo dirá.