miércoles, 4 de julio de 2012

“Nunca hicieron nada: ni antes, ni el día de la tormenta, ni después”

PUBLICADO EN TIEMPO ARGENTINO EL 4 DE JULIO DE 2012

Por Damián Pussetto

Algunos escombros están ahí. Todavía. Unos pocos ladrillos se van apilando despacio en el agujero donde hasta hace 90 días había una casa con el número 59 en la Manzana 25 de la Villa 21. Las paredes se levantan entre los troncos que nadie se llevó. Facundo no está. Cristina se pregunta por qué.
La vida de Cristina Inca y Héctor Correa cambió para siempre ese 4 de abril de 2012. La de Facundo Correa, su hijo de 14 años, se cortó cuando un enorme álamo se vino abajo sobre su vivienda y murió aplastado. El maltrato, la ignominia y la desidia con que fueron tratados dejando sin atender durante ocho años las denuncias que presentaron para que quitasen ese peligroso árbol, permanecen allí, lastimándolos.
Cuenta Cristina que Facundo ya descansa en paz en Jujuy, de donde es oriunda la familia, que el 9 de junio hubiera cumplido 15 años, que sus amigos y vecinos son su único sostén, que volvió a trabajar, que toma pastillas para dormir, que llora… que llora sin parar.
“No hicieron nada. Nunca hacen nada. Ni antes, para sacar el árbol, ni el día de la tormenta, para emitir un alerta, ni después”, relata y agrega que hasta tuvo que ir tres veces a solicitar que retiraran los restos de los troncos porque nadie los sacaba y ni así se los llevaron todos.
El gobierno porteño, que no podó y que no avisó, tampoco reparó. Tras ofrecer un ofensivo subsidio de escasos 1200 pesos, que fue rechazado, hace tres semanas comenzó a aportar los materiales con los que una cooperativa está reconstruyendo el hogar. Mientras tanto, el matrimonio Correa vive de prestado en lo de otros familiares.
“Primero me hablaron de que en 12 meses se iba a hacer la casa, después me la prometieron en dos, pero ese plazo ya pasó y lo cierto es que ellos solamente aportan los materiales, el trabajo lo hace la cooperativa.”
En estos días recibe a los muchos testigos que se acercan para ofrecerse a declarar en el juicio civil que iniciará contra el gobierno de la Ciudad por su ausencia de respuesta. “Yo quería un juicio penal porque lo que busco es justicia. Quiero que aparezca un responsable y que pague su culpa. Mi hijo debería estar vivo, en cambio, tenemos que demostrar que era un buen chico. No hay derecho para que nos hagan esto”, explica.
Devastada, Cristina agradece el apoyo de sus vecinos de la asamblea La Poderosa Villa 21 y el asesoramiento de la Agrupación 14bis Derecho. Esta tarde va a llorar, sabe que va a llorar al ver a los compañeritos de la escuela Nº 11 República de Haití cuando lo recuerden a las 19:30 en la Parroquia Nuestra Señora de Caacupé sobre la calle Osvaldo Cruz. Después se secará las lágrimas para seguir preguntando por qué y buscando responsables.