miércoles, 8 de noviembre de 2006

El adiós a un grande


Por DAMIÁN PUSSETTO

Especial para FÚTBOL MUNDIAL

Seguramente sonrió esa mañana del 3 de noviembre y extendió su mano amiga a cada uno de los que lo acompañaron en el último trance en Cleveland, Estados Unidos. Debe haberse despedido con cortesía avisando que su ya débil corazón no resistía más, a pesar de los cuatro by-pass. Poco antes de cumplir 70 años, Alberto Pedro Spencer Herrera, dijo adiós y se fue a instalar en el panteón de las leyendas, donde tenía un lugar de privilegio asegurado desde siempre.

Las primeras lágrimas brotaron en Ecuador y Uruguay, sus dos patrias, y enseguida se esparcieron por América para comenzar a extrañar al máximo goleador de la Copa Libertadores con 54 conquistas, al caballero, al diplomático, al emblema de una época dorada que se añora.

Nacido en Ancón un 6 de diciembre de 1937, deslumbró en el modesto Everest y llamó la atención de Peñarol de Montevideo, en el que se presentó en 1960 con cuatro goles al Jorge Wilsterman de Bolivia. Allí marcó 48 goles en la Copa, completando su cifra con seis más en el Barcelona de Ecuador.

Ocho veces campeón uruguayo, tres de la Libertadores (1960, 1961 y 1965) y dos de la Intercontinental, en 1961 frente al Benfica de Portugal y en 1966 ante el Real Madrid. 519 ocasiones aurinegro con 326 festejos, en 1971 fue repatriado a su tierra por el popular Barcelona Sporting Club y también dio la vuelta olímpica impactando 18 veces la red. Ya antes de viajar al Río de la Plata había registrado 101 goles para Everest.

Tanto lo quiso Uruguay que se puso la celeste para defenderla en 1964 cuando en Wembley derrotó a Inglaterra por 2 a 1. Sólo aceptó el convite en otros cinco amistosos y declinó hacerlo oficialmente, por respeto a su país natal ya que jugó en su selección once encuentros.

En 1973 colgó los botines y retornó a Montevideo, donde sus dones de buena gente lo llevaron a convertirse en cónsul del Ecuador hasta el final de sus días. Querido y respetado, acaso las conmovedoras escenas recientes demuestren el cariño que la gente común le profesó.

Su cuerpo fue trasladado a Guayaquil, donde se le rindió homenajes en los que participó el presidente de la república, Alfredo Palacio, la directiva del Barcelona anunció que impondrá su nombre al estadio del club y, ya en Montevideo para el descanso eterno, el fervor popular a modo de tributo a su ídolo quedó exhibido en el palacio Peñarol.

“Hoy despedimos a un grande entre los grandes”, afirmó el dos veces presidente uruguayo, Julio María Sanguinetti, antes de que los aplausos tapasen su voz. “Alberto era poseedor de un estilo y sello irrepetible como futbolista pero sobre todo fue un caballero del deporte, un grande dentro y fuera de los campos que tuvo adversarios pero ningún enemigo”, agregó.

martes, 10 de octubre de 2006

¿Todo pasa?

Por DAMIÁN PUSSETTO

Especial para FÚTBOL MUNDIAL

Acaso como una cruel ironía del destino, la frase que gastó tanto hasta hacerla propia, termine por ser la que más odie. En el dedo meñique de la mano izquierda de Julio Humberto Grondona, presidente de la Asociación del Fútbol Argentino (AFA) desde hace 27 años, sobresale un anillo de oro con dos palabras que tal vez expliquen sintéticamente la base de su estrategia para transitar miles de tormentas y salir indemne: “todo pasa”, dice en la joya. Quizá, también su figura comience lentamente a ser parte del pasado.

Cuestionado desde distintos ámbitos, sin éxitos deportivos a la vista, con una Selección que suma disgustos al reciente mando de Alfio Basile, con clubes pobres que reclaman tímidamente un mejor reparto del dinero, el continuo problema de la violencia en los estadios y un gobierno nacional que envía mensajes de incomodidad respecto de su liderazgo, el casi indiscutido dueño de la pelota a lo largo de poco menos de tres décadas se sienta sobre su todavía enorme porción de poder y se dispone a resistir uno a uno los embates.

El inmortal

Cierto es que el hombre al que la Federación Internacional de Fútbol Asociado (FIFA) le confía el manejo de unos 3.000 millones de euros por año desde la presidencia de la Comisión de Finanzas, se aferra a una compleja red que lo sostiene y, aunque se agriete, no se rompe totalmente.

Más de cien allanamientos en la sede central de la AFA y empresas sindicadas como ligadas a su titular, embestidas de diputados y jueces lo han puesto en jaque más de una vez y “don Julio” –como se lo nombra con picardía y ligándolo a las costumbres mafiosas- salió airoso.

Arribado al cargo durante la sangrienta dictadura militar, apenas recobrada la democracia se preveía su salida. Rápidamente encontró su lugar y hasta pasó sin sobresaltos una solicitud de intervención de los legisladores peronistas Miguel Unamuno y Héctor Maya. Éxitos deportivos mediante, tampoco lo tumbó la denuncia del diputado justicialista por la provincia de Chubut, Mario Das Neves, por presunta administración fraudulenta y evasión impositiva. El juez de la causa fue destituido y con eso la investigación no avanzó.

Mucho después, el periodista inglés David Yallop, en su libro How they stole the game (Cómo nos robaron el juego), aseguró que diversos dirigentes de Asia y África recibieron dinero para votar al suizo Joseph Blatter como presidentede la FIFA. Sudamérica aportó los sufragios decisivos en aquella elección y, entonces, fue Grondona el encargado de desmentir con énfasis al cronista europeo y dejando en claro que sus conexiones y posiblemente su mejor sostén llegan hasta Suiza.

Paso a paso

Frente a semejante rival, el gobierno argentino parece haber optado por una táctica de desgaste a largo plazo, descartando el choque frontal y directo. Mientras alimenta las figuras de Raúl Gámez -vicepresidente de Vélez Sarsfield- y Carlos Heller -ex vice de Boca Juniors-, teje acuerdos con los titulares de varios clubes -José María Aguilar, de River, Álvaro Balestrini, hermano del presidente de la Cámara de Diputados y máximo dirigente de Vélez, por ejemplo- y se diferencia del criterio de AFA toda vez que puede.

Recientemente, un nuevo brote de violencia en los estadios los puso en veredas opuestas. El Ministro del Interior, Aníbal Fernández, hizo declaraciones públicas a favor de castigar con severas quitas de puntos a los equipos cuyos hinchas generen desmanes, mientras que el Tribunal de Disciplina sancionó tibiamente a las instituciones.

El poder político le reclama un mayor compromiso a la dirigencia en un ítem que muestra a todos sus números en la columna del debe con más de 200 muertos en episodios violentos en estadios argentinos –más de la mitad durante la gestión grondonista y once desde mayo de 2003, cuando asumió el gobierno nacional de Néstor Carlos Kirchner- y la friolera de 120 partidos suspendidos entre 2000 y la mitad de 2006.

En diversos despachos ministeriales comenzó a circular un borrador que incluye dieciocho puntos en los que el Poder Ejecutivo iría introduciendo cambios hasta acotar su autoridad a tal punto de imponer un candidato que lo reemplace en octubre de 2007. Algunos de ellos son: modificación en los estatutos para impedir la reelección indefinida, democratización del Comité Ejecutivo y cambio total de los integrantes del Tribunal de Disciplina constituyendo uno nuevo mediante concurso abierto.

Más cuestionamientos

Sin embargo, no sólo el oficialismo plantea sus disidencias. Pablo Failde, legislador del partido Acción para una República de Iguales (ARI), expresó que “Grondona es parte del problema de la violencia, no de las soluciones”, y agregó que “es poco creíble que una institución que no elige democráticamente a sus autoridades y mantiene en forma vitalicia por 30 años a un mismo presidente pueda dar sugerencias de cómo solucionar esto”.

La estocada final de Failde fue profunda. “Entre algunos dirigentes del fútbol argentino hay una especie de mecanismo de impunidad donde nadie puede ser tocado. En la medida en que no se eche por tierra esa pared con distintas medidas, tengo mis serias dudas que podamos avanzar. En algún momento se tiene que romper la cadena de complicidades y cuestiones turbias”.

A los 75 años, quien comenzara siendo un humilde ferretero en Sarandí, al sur del Gran Buenos Aires, divide sus horas en el edificio de la calle Viamonte, donde todos se dirigen a él anteponiendo invariablemente un formal “señor presidente” y la apacibilidad del campo que posee en Loma Verde, provincia de Buenos Aires. Sus íntimos confiesan en secreto que la idea de delegar el mando ya le ronda en la cabeza, pero que aún no identifica quién puede ser el agraciado. Duda sobre quien se cierne como el natural, a la sazón, Julio Ricardo, su hijo y presidente de Arsenal Fútbol Club.

No obstante, acaba de suscribir un contrato por 18 millones de dólares para que la Selección argentina dispute 24 partidos entre 2006 y 2010. Las cláusulas que impuso la empresa Renova Group, de propiedad de Víctor Vekselberg -cuarto hombre más rico de Rusia con una fortuna de 7.800 millones de euros- que permiten elegir jugadores, fechas, rivales y lugares de disputa, el monto total de la operación y, fundamentalmente, la extensión que va más allá del mandato actual del titular de la AFA, también recoge críticas y enojos.

El propio seleccionador, Alfio Basile, con las derrotas frente a Brasil y España a cuestas y un compromiso más por cumplir antes de fin de año, abogó por “nuevas condiciones” para el 2007. Tal vez sea la primera piedra de discordia en la segunda vuelta del “Coco”. No sería extraño que él también haya cambiado sus modos y copie a quienes lo siguieron tras el fallido de 1994. En hilera, Daniel Passarella, Marcelo Bielsa y José Pekerman dejaron sus sitios vacantes con molestias evidentes y don Julio se enteró de sus adioses por televisión.

Por el momento, Julio Humberto Grondona lanza sus respuestas en reportajes breves. Golpea y sale de escena. Va respondiendo en momentos y lugares que escoge a placer. También firmó una extensa carta de 2.979 palabras en la web oficial del organismo y en la que abundan las apelaciones voluntaristas y huelgan los datos. Y lustra su anillo, seguramente, convencido de que volverá a mostrarse del lado de los vencedores jurando que siempre “todo pasa”. El tiempo dirá.

viernes, 1 de septiembre de 2006

Ventas al por mayor, saldos de ocasión

Por DAMIÁN PUSSETTO

Especial para FÚTBOL MUNDIAL

Acosado por la falta de buenos resultados deportivos que contrastan con los que sí obtiene su rival, Boca Juniors, con una deuda global estimada en 30 millones de dólares, aprobada la venta de un grupo de jugadores en paquete listo para desarmar, con la influencia de la barrabrava muy visible y con su presidente, José María Aguilar, procesado en la Justicia por evasión impositiva y con piadosa licencia, el gigante Club Atlético River Plate pasa sus días agitados y reconociendo problemas que siempre vio cómo los transitaban otros. Nunca él.

Una agitada reunión de Comisión Directiva de finales de septiembre pareció elevar la tensión hasta el punto de la explosión. Retiro de vocales por la minoría, renuncias en el oficialismo, vacaciones concedida al titular de la institución y una transacción al por mayor aprobada casi a libro cerrado, fueron el menú de la discordia.

Argumentando exigencias del poderoso caballero “don dinero”, se cerró trato con el

empresario israelí Pinas Zahavi para que, mediante el depósito de 13 millones de dólares, se hiciera con los pases o porcentajes de Gonzalo Higuain, Fernando Belluschi, Augusto Fernández, Juan Antonio y Mateo Mussachio. A todos los inscribió en el Locarno de Suiza, aunque difícilmente alguno vista esa camiseta. No sería extraño, tampoco, que compartan equipo con Javier Mascherano y Carlos Tévez en el West Ham inglés ya que versiones muy fuertes indican que el comprador es en realidad un testaferro del iraní Kía Joorabchian, dueño de los destinos de éstos.

Deme dos

Por Belluschi e Higuain, que se irán del club en junio de 2007, percibirá 12.000.000 de dólares, en tanto que el millón restante será por los juveniles Antonio, Fernández y Mussachio que se quedarán en Buenos Aires hasta 2008. También se estableció el modo de repartir los excedentes de hipotéticas y futuras transferencias. Por los dos primeros habrá reparto igualitario en sumas obtenidas superiores a los 6 millones, mientras que por los demás, el club retendrá el 60 por ciento, a excepción de Antonio, por el que se debe compartir ganancias con la Comisión de Actividades Infantiles (equipo del ascenso en Argentina) que ostenta el 40 por ciento de su ficha.

El tesorero de la institución, Héctor Grinberg, se apura en calificar la operación como “muy beneficiosa” y confiesa que es urgente atender el “déficit operativo que es grande”. Sin embargo, no avanza y se niega a establecer cuánto queda en rojo en la columna del debe mes a mes. Los cálculos más racionales ubican a la merma en la friolera de 4 millones y medio de pesos, algo así como un millón y tres cuartos de dólar cada treinta días.

Acaso con ese mismo afán de conseguir que las deudas comiencen a ser más flacas, los dirigentes cerraron trato con el Mallorca español para ceder al arquero Germán Lux. El ex integrante de la selección argentina perdió el puesto de titular a manos de Juan Pablo Carrizo y eso lo ubicó en el terreno de los negociables. Cinco cuotas de 400.000 dólares, dinero fresco para la caja y todos contentos ¿Todos contentos? Pues no, el jugador advirtió días después que se les había pasado por alto preguntarle a él, justamente, si aceptaba marcharse y se dispuso a resistir.

Rematando las joyas

En tanto, la oposición política no logró evitar el propósito como sí lo consiguiera antes al frenar la megaventa de 16 juveniles de las divisiones menores por 3 millones de dólares. Andrés Ballotta, un joven directivo grafica con una frase la visión del momento del club: “es un barco a la deriva”, dice.

En tren de generar recursos novedosos, River le encargó a una consultora que estudie la posibilidad de ofrecerle a un fabricante de gaseosas que le agregue su nombre al estadio Monumental. Mientras el debate crece y se recogen muchas más muestras de descontento que de aprobación a una costumbre tan arraigada en Norteamérica y Europa, pero inédita en Sudamérica, pasó inadvertido que en realidad en la empresa no tiene intención alguna en invertir poco más de 20 millones de dólares para ligar las marcas por varios años.

Por el momento, la idea sólo sirvió para una risueña réplica del presidente de Boca Juniors, Mauricio Macri, quien siempre refiere a la frialdad del estadio millonario y esta vez entendió lógico el acuerdo pues “es natural que a las bebidas gaseosas se las enfríe en la heladera”.

Como si fuese poco...

Cierto es que, para agregar detalles a la convulsionada interna, la barrabrava sacó a la luz sus violentas participaciones en el Mundial de Alemania, en Paraguay durante el enfrentamiento con Libertad y en el estacionamiento interno del club, tras una derrota con Racing el 20 de agosto, cuya represalia escogida fue cortar los neumáticos de 17 automóviles de los jugadores.

Agobiado por ese contexto y con el procesamiento resuelto por el Juzgado en lo Penal Tributario Nº 1 el 27 de octubre de 2005 y cuyo fallo, la Sala B de la Cámara de Apelaciones, ratificó el 2 de febrero de este año y en el que se estudia si se apropió del impuesto a las ganancias deducido a varios futbolistas, José María Aguilar se tomó un recreo y aunque afirma que a su vuelta mostrará un balance que, por lo bueno, “pocos clubes pueden exhibir”, difícilmente la situación sea mejor a la actual.

En su descanso quizá prenda velas confiando en algún santo benefactor para que la realidad deportiva le brinde alegrías que, al menos, tranquilicen los ánimos. Es que el paso ganador de Boca se contrasta con el presente propio y los hinchas van perdiendo la paciencia. El Clausura 2004 –último título- ya suena muy lejano. Eliminado en Copa Libertadores, con posición expectante en el Apertura local, el conjunto de Daniel Passarella mezcla escenas de triunfos con otras de derrotas, más acordes con los tiempos recientes –sobre todo en el final de la gestión de Leo Astrada y durante el frustrado paso de Reinaldo Carlos Merlo, desbancado por una revuelta de los jugadores-. Al menos se observa una mayor jerarquía en los refuerzos, aunque todavía el esperado regreso de Ariel Arnaldo Ortega no haya provocado el estallido que se esperaba.

sábado, 1 de julio de 2006

Alemania 2006 y las claves del fútbol que viene

Por DAMIÁN PUSSETTO

BERLIN, ALEMANIA (Enviado especial)

Bajando la cuesta, como en la canción que sabe entonar desde añares el catalán Joan Manuel Serrat, se observa el final de fiesta. Alemania 2006 apagó sus luces con rapidez mientras los últimos datos cosechados comienzan a teñir a los primeros de la ruta hacia Sudáfrica 2010. Lo que fue bien, lo que fue mal, lo que vendrá. El mundo pelotero celebra sus cónclaves cada cuatro años y la estela de éxitos y fracasos se vislumbra mucho más allá de lo que resisten la euforia y la tristeza.

Oficiando entonces de medida, de vara que luego servirá de marca a vencer o copiar, el torneo en tierras teutonas brindó un panorama acaso vital para entender el futuro. Por ejemplo, cabalgando un lugar cada vez más común, se escuchó a comunicadores y simpatizantes elevar sus quejas por la poca técnica exhibida. Al margen de papelones evidentes y errores infantiles, esta vez la táctica fue la que inclinó la balanza.

Sin embargo, el emparejamiento no implica que se juegue peor, sino que los mejores, tienen que esforzarse más. Y en ese terreno, justamente, los que supieron cambiar, los que se adaptaron, incluso dentro de un mismo partido, fueron los que sacaron ventajas.

La vieja buena nueva

Quizá la mejor paradoja sea que la novedad data ya de 1974, cuando Holanda mostró que era posible no ser rígido. El 4-3-1-2 de Argentina, al 4-4-2 de Italia, pasando por el 4-1-4-1 inglés, el más cauteloso 4-2-3-1 de Francia y Portugal, o el tradicional 4-2-2-2 de Brasil, fueron los esquemas predilectos. Los que se modificaron por momentos salieron a flote y los que no, se quedaron, aun antes de lo previsto.

Holanda volvió a marcar caminos con su 3-4-3, que se transforma en 3-5-2, 5-3-2 o 4-5-1, según la circunstancia. Es la táctica la que desnivela y rompe con la paridad técnica, a falta de un superdotado que no apareció por Alemania, donde se contó apenas con el presente de Zinedine Zidane, que se despidió. Las jóvenes estrellas que se esperaban, casi no estuvieron.

El campeón Italia, la escuadra de Marcello Lippi que pocos tenían en cuenta y FÚTBOL MUNDIAL proponía como candidata en su edición de junio, dio la muestra más acabada de ello. Inventores y cultores del catennaccio, con una férrea defensa que le permitió recibir solamente dos goles, no dudó en reinventarse frente a Alemania y terminar el pleito con cuatro delanteros en cancha. Un golpe de timón y el 4-4-2 pasó a ser 2-4-4, con volantes que cumplieron la doble función de atacar y defender casi con igual destreza.

Los azzurri saben mucho de arreglarse con lo que se tiene y exhiben con orgullo sus cuatro estrellas. En medio del escándalo de escuchas telefónicas que denuncian manejos oscuros en el calcio italiano, que derivó en un proceso llamado “piedi puliti” , hallaron el modo de que la flaqueza se convierta en fortaleza, la vieja receta, y fueron imbatibles.

Mucho le debe al coraje de su técnico, que se jugó por marcadores como Fabio Grosso, de exigua experiencia, pero que le garantizaron marca y proyección en ataque. Si bien los penales le dieron la copa, ningún equipo lo vapuleó y Estados Unidos, solamente, se suma a Francia en el lote de los que lo tuvieron contra las cuerdas... pero no lo tumbaron. Ghana, República Checa, Australia, Ucrania y Alemania cayeron con justicia.

Y si es normal que los primeros marquen rumbos, habrá que acostumbrarse a ver en el futuro a equipos que traten de imitar el juego itálico. Es que descubierto el prejuicio que lleva a pensar que solamente se defienden y juegan sin brillo, se aprecia un conjunto que pasa de posición defensiva a ofensiva con rapidez y fluidez gracias a las diversas funciones que tienen sus jugadores.

Más allá, entonces, de poner cuatro o tres defensores, el debate se centrará en qué harán, hasta dónde irán y con qué frecuencia atravesarán la mitad de la cancha. Y el mismo razonamiento para los volantes; que si son cinco, tres o dos, se puede ser agresivo o timorato, según se disponga.

Sudamérica en falta

Los dos grandes de la región llenaron sus pañuelos de lágrimas por partir antes de lo que sus palmarés indican. Confiaron en la sabiduría de sus pies, tal vez solamente en eso, y se quedaron sin nada.

Brasil fue un estruendo al caer frente a Francia. Desperdició su talento, como en otras ocasiones, empecinado en esperar que sus figuras desnivelen y ya. Sólo eso. Un andar cansino, casi exasperante, que tuvo también en Argentina a su fiel reflejo. Los gauchos explicaron cómo es eso de que se contundentes la tarde que todo salió bien. Le patearon ocho veces al arco a Serbia y Montenegro y lo derrotaron 6 a 0. Brillante, espectacular, claro que casi no alcanza para superar a México y envía a los penales frente al dueño de casa que con un pobre equipo pasa el escollo.

Cuatro en defensa, tres en el medio, un enganche, dos de punta, José Pekerman podrá decir, al tiempo con Carlos Alberto Parreira y su cuatro, dos, dos, dos, que no alteró sus ideas. Pero no le sirvió a ninguno de los dos y sus movimientos parecieron extractados de escenas fílmicas de décadas anteriores. Toques intrascendentes que determinan el monopolio de la pelota por mucho más tiempo que el rival y, a pesar de eso, no implica una victoria.

Adoradores de los jugadores técnicos, dieron por sentado que nadie descubriría su reiterados agujeros tácticos, pero la especulación no dio resultados. Ni los astros mostraron la superioridad que anunciaban. Aunque al pobre Leonel Messi lo dejaron sentado casi como tejiendo cuan Penélope.

Ecuador, pasando la primera rueda y Paraguay, quedándose en la puerta, cerraron el balance subcontinental con más sombras que luces. En el resto de América, México llegó hasta octavos de final, firmando un currículum superior a Estados Unidos, Trinidad y Tobago y Costa Rica. Lo de África, con Ghana, Togo, Costa de Marfil, Angola y Túnez, directamente fue un fracaso. Asia y Oceanía decoraron un pastel con gusto europeo.

En tal sentido, el desafío planteado es acercar las distancias con quienes tienen supremacía. La Europa exultante se ganó los primeros lugares y aunque también anotó fracasos como los de República Checa, Alemania o España, en general se situó por encima, cimentando triunfos desde las determinaciones adoptadas por los hábiles entrenadores.

Cambia... pero no tanto

Del mismo modo que en términos futbolísticos los mundiales marcan tendencias, FIFA quiso dar un mensaje claro que borrase la gran cantidad de bochornos perpetrados en Japón-Corea en el terreno arbitral. Y fue enviado con justeza.

Jueces rápidos, atléticos, rígidos e inflexibles ante la violencia. Esta vez el menú incluyó la recomendación de que es más tolerable un error por exceso que una omisión. Y allí sí Sudamérica quedó muy bien parada. El argentino Horacio Elizondo dirigiendo el partido inaugural, la final y otros tres más y el uruguayo Jorge Larrionda con desempeños bien calificados en encuentros complicados, se subieron a la cima sin cuestionamientos.

Lo de Elizondo es llamativo y marca un hito para el arbitraje de toda la región. Nunca nadie llegó tan lejos ni se destacó tanto. Los dirigentes, avalando incluso las decisiones drásticas que debió tomar como expulsar a Zidane, utilizaron su trabajo para mostrar qué arbitraje se pretende. Sirvió de modelo y no se arriba fácilmente a ese pedestal.

Pero si el objetivo es castigar a los violentos con firmeza, luego, en los escritorios, los dueños del circo ensombrecieron el panorama. El brutal codazo de Daniele de Rossi mereció cuatro partidos de sanción, sin embargo, un puñetazo de Trosten Frings, apenas uno. Los locales, sin recibir escandalosos favores de otras épocas, también tuvieron ese tipo de ventajas, contradictorias con el aplauso y apoyo que recibió el “estilo Elizondo”, como ya se califica a esa manera de juzgar.

La fiesta

Mientras el negocio crece y todavía se hacen cuentas para establecer cuánto de ganancia ha quedado en las arcas, el juego de la guerra enmarcado deportivamente, ha delineado sus contornos definitivos. Los mundiales de la posmodernidad, esos que paralizan a la humanidad toda, tienen que garantizar un crisol de razas en armónica convivencia y eso debe comenzar a cumplirse dentro de los campos de juego.

Afuera, en la fiesta continua de tribunas y calles, millones pueden gritar Deutschland hasta la afonía, sin que nadie les endilgue -por primera vez desde la 2ª Guerra Mundial- que se trata de una desproporción cercana al nazismo; o, en frente, otros tantos responder “mangia te la pizza”, en un festejo tan grande como la desazón de los otros. Sudáfrica se avizora como una inmejorable plataforma desde la que podrá mostrarse más de eso. En buenahora.